Basta darse una vuelta por el espacio del recinto con más historia del cementerio de Poblenou para toparse con varios gatos de distintas razas y colores. Algunos, acostumbrados al tránsito de los visitantes, ni siquiera se inquietan lo más mínimo ante la presencia humana.
Cuando la luz ilumina el vecindario del silencio, los observadores de aves, perciben muy bien cuando se entra en el espacio colonizado por las gaviotas. El aviso que emiten estas aves es una señal de ataque inminente dirigida a los atrevidos que entran en su territorio.
Ignorar los graznidos de advertencia tienen un efecto inmediato y presto el ave inicia un desafiante vuelo rasante estableciendo una incómoda situación para el sorprendido caminante. La agresividad se suele producir en el período de reproducción de las aves, entre los meses de abril y julio.
Al igual que las gaviotas, las palomas son aves perfectamente adaptadas al medio urbano. Sin embargo, mientras el censo de palomas ha experimentado un descenso, la gaviota expande su dominio y se hace dueña del espacio urbano.
Durante la noche todo es distinto, no queda un alma viviente en el recinto, solo algunas velas encendidas iluminan en la oscuridad las flores depositadas junto a las lápidas en recuerdo de los inquilinos permanentes. Cuando la oscuridad inunda todos los rincones del cementerio: pasa el tiempo y todo sigue estando tranquilo, inmóvil y silencioso.